Por GUILLERMO NAVARRETE Ex secretario de Gobierno de FACATATIVÁ.
Una oportunidad para que las personas se movilicen de forma sostenible y así contribuir con el medio ambiente de la ciudad, para El merengue es un producto alimenticio que se elabora fundamentalmente con clara de huevo y azúcar. Para su preparación se requiere un proceso previo de atender una receta, adquisición de insumos, cocción, empaque y finalmente su comercialización. De la calidad en su consistencia, presentación y sabor dependerá que los consumidores se sientan satisfechos. Sin embargo, una de las principales características de esta golosina es su fragilidad.
La gobernabilidad, Por su parte, es un asunto relacional entre mandatarios, actores políticos y ciudadanía, en la que tienen que ver el uso de los instrumentos de planeación participativa, la eficiencia en el destino de los recursos, el manejo ético de los mismos y la manera de cómo la comunidad es informada, no sólo para que se entiendan los objetos de las políticas, planes, programas y proyectos que pretenden implementarse, si no de que las acciones son coherentes con los cometidos planteados desde cuando estas personas aspiran a ocupar un cargo de elección popular, lo que se traduce en mayor o menor credibilidad.
En una analogía que pareciera un tanto simplista, la gobernabilidad como el merengue, posee un importante grado de fragilidad, en cuanto a la forma de cómo se aborda. En el contexto latinoamericano y, particularmente, en el Colombiano, un buen número de gobernantes la reducen a acuerdos entre élites y/o actores que les permita asegurar la aprobación de medidas consideradas bajo su propia óptica, asimilada más a un contubernio que a la consulta del interés general, motivo por el cual el ejercicio de la política se desdibuja en forma creciente.
Es así que además de los ingredientes antes anotados, la integridad de quienes son parte de un proceso público es fundamental en un marco de reconocimiento y valoración ciudadana orientada a generar desarrollo de beneficios de carácter social, económico y político la que, a su vez debe concebirse como una forma de repensar la conducción de la gestión pública para el mejoramiento de la calidad del entorno natural y de vida de todos los seres humanos y no humanos.
Comoquiera que la razón de ser de la formulación e implementación de las decisiones públicas, es la unión de esfuerzos, recursos, conocimientos y experiencias, tanto para la identificación de necesidades o problemas como a la atención de estos en un escenario de permanente complejidad e, incluso de conflictividad, determinantes de factores condicionantes, que con asertividad deben resolverse para lo cual la capacidad administrativa propia y la de adelantar gestiones intergubernamentales para acudir a otras fuentes de financiación, la comprensión de los diversos puntos de vista de los actores sociales en términos de deliberación pública y la comunicación efectiva, son instrumentos bastante útiles para crear condiciones óptimas de gobernabilidad. » contrario sensu «, la altivez y la soberbia que los áulicos, oportunistas acomodados suelen producir para su propio beneficio con constantes pullas ideológicas y sutil golosina a la puerta de un centro educativo.