- Esta es una de las tantas historias de PERSONAS QUE PIENSAN EN AYUDAR A LA COMUNIDAD.
ESE ES SU ÚNICO FIN.
EchandoPata es un colectivo juvenil que nació en las estribaciones del Sumapaz: el paramo más grande del mundo; fuente de vida, de luchas campesinas y paces comunitarias. Fue en Cabrera, Cundinamarca, acompañados de campesinos auténticos cuando decidimos abrir un espacio de esperanza en aquellos tiempos inciertos y de muerte artera en medio de la pandemia por COVID-19.
Nuestro objetivo fue genuino pero profundo, queríamos enseñar otro terruño desde los afectos que nos enseñaron los abuelos, desde los futuros que dejaron nuestros padres y desde los sueños que habíamos construido de niños. Entonces nos apoyamos de las cámaras y con la fotografía empezamos a caminar para enseñarle al mundo los vestigios del pasado, los nichos de la naturaleza y toda la diversidad cultural que se desprende con los campanarios de la iglesia. Poco a poco, fuimos superando los estigmas que dejó el conflicto como una zona roja, un prejuicio vacío y contradictorio en contraste con la grandeza del pueblo. En cada camino nos encontramos a los que se fueron, pero también a los que se quedaron, a quienes se aferraron a la vida. En cada camino nos llenamos de motivos para representar cambios desde abajo, tan pequeños como universales.
Primero fue la recuperación del parque infantil y allí se sumó más gente. Después nos invitaron a la caravana dulce para unir el tejido roto que dejó la violencia y la política partidaria.
Son más acciones comunales y culturales pero sin lugar a dudas la que más llena nuestros corazones tiene que ver con el acompañamiento de escuelas antípodas y rurales. Cruzados de brazos y con una maleta cargada de pinturas, nos unimos con cada paisano y artista para plasmar símbolos y prácticas afines a nuestras rurales.
Estamos firmemente convencidos de que la escuela es el alma de la acción comunal; a través de ellas queremos llegar a todo Cundinamarca y lo estamos logrando. Ahora nuestros colores también pintan escuelas de Granada y Viotá, Cundinamarca. Pronto nos trasladaremos hasta las orillas del Rionegro. Finalizamos invitándoles a trabajar por sus veredas, municipios y regiones, hasta que la dignidad y el amor se vuelvan nuestro pan de cada día.