«Sin paz no lograremos llegar a ser un Gran País, y ha sido el recorrido de muchas naciones. Pero la paz hay que entenderla.«
El conflicto colombiano y la violencia del último medio siglo ha venido del campo. Es en la ruralidad colombiana donde se halla el problema: está basado en conflictos por la tierra, que no son raros en el mundo, pero agravado por la pobreza y el narcotráfico.
El No del plebiscito del 2017 ganó entre otras (y varias otras) por la desidia que produce el campo y su guerra; y los malos recuerdos de miseria de los padres o abuelos que emigraron de parajes solitarios con pancogeres limitados y empujados por el desplazamiento muchas veces forzado hacia las luces de la ciudad; allí en las urbes hay algo de trabajo con liquidez, algo de salud, televisión, una comunidad con quien relacionarse fuera de la miseria y la coca.
El campo sigue en estado crítico: a pesar de los muy importantes esfuerzos presupuestales del gobierno, los más altos de la historia y del crecimiento de su economía los últimos meses, la capacidad de ejecución de sus entidades sigue siendo un palo en la rueda; la paz no asoma y los territorios más pobres como el Chocó y el Cauca se hallan en un vórtice de círculos viciosos.
Es curioso como las personas, las organizaciones o los países tenemos una cuerdita, que siguiendo el refrán, se revienta siempre por lo más delgado: en Argentina, por su debilidad macroeconómica histórica e institucional. Eso no sucede en Colombia donde entre el Banco de la República y varias instituciones se ha logrado crear una macroeconomía fuerte. Pero la cuerdita que se nos revienta a nosotros siempre (!) es en el orden público, especialmente en el campo, en las montañas y selvas de difícil acceso para el estado y el mercado.
Se fueron las Farc, y quedaron las disidencias, obvio que las habría. Craso error del gobierno meterlas en el proceso de paz. Habría que haberlas combatido como se hizo con las Farc hasta que se sentaron y negociaron, como lo dijo Enrique Santos en su columna de esta semana. Y con Maduro, por fin el ELN tuvo una retaguardia en Venezuela para reponerse.
Si se equivocó Santos al pensar que el ejército ya no necesitaría tal fortaleza, pero quien se imaginaría que “el hacer trizas la paz” de Londoño enredaría mucho más las cosas…Y no se diga la visión optimista de Petro que prometió la Paz Total en 3 meses, con un equipo al inicio poco preparado para hacer frente a un grupo que lleva cerca de 60 años en el monte con una estructura difícil de combatir como es el ELN.
Pero nuestra falta de entendimiento está en la base de no llegar a la visión del campo allá en el territorio, no acá en las ciudades; y que no solo se necesita seguridad. No en vano, el primer punto acordado en la Habana fue el de la Reforma Rural Integrada, donde cabe y hay que hacer una reforma agraria con mercado, asistencia técnica, crédito y asociatividad.
Sin paz no lograremos llegar a ser un Gran País, y ha sido el recorrido de muchas naciones. Pero la paz hay que entenderla.