Van a ser los responsables últimos de los desafueros que se cometan.
Por: PEDRO MEDELLÍN TORRES
El régimen chavista que por 25 años ha gobernado a Venezuela entró en barrena. La forma precipitada y equívoca como han manejado los resultados de las elecciones presidenciales del pasado 28 de julio, lejos de alejar la desconfianza en el proceso electoral la ha profundizado. Y antes que una democracia fuerte y consolidada, ha puesto en evidencia a un régimen fracturado y agonizante. El afán del Consejo Electoral por declarar ganador a Nicolás Maduro y por hacer entrega de la credencial como presidente de la república (sin haber publicado las actas de votación), además de confirmar la parcialidad de las autoridades electorales en favor de Maduro, ha dado validez a las denuncias de falta de garantías hechas por la oposición.
Las más de 700 detenciones arbitrarias, 11 desapariciones forzadas y al menos 16 asesinatos que se reportan en las últimas 48 horas, sumadas a las amenazas y a todo tipo de acusaciones a los líderes de la oposición, así como la solicitud de retiro del personal diplomático a siete gobiernos de la región, han cerrado el margen de maniobra que podía tener el Gobierno. La intransigencia y ferocidad con que han reaccionado el presidente y sus ministros, así como dejan ver su apego al poder y su vocación antidemocrática, también están reflejando un régimen que hoy solo se puede mantener con represión y la violencia política.
La rapidez y la contundencia con la que han reaccionado Edmundo González y María Corina Machado irritan y desacomodan cada vez más al chavismo. La publicación de la página web con más del 70 % de las actas, con los resultados por mesa y lugar de votación, le han dado un duro golpe a la credibilidad de las elecciones y a la legitimidad de la reelección de Maduro.
Esa presión va a aumentar todos los días, como van a aumentar las órdenes de reprimir que los militares deben implementar. Además, los señalamientos ciudadanos.
El problema está en que, como se trata de un fraude electoral frente al que ya hay pruebas, no hay mecanismo para restablecer la legitimidad del gobierno de Maduro. Además, el innecesario enfrentamiento y afectación de las relaciones diplomáticas con varios países de la región van a hacer más difícil encontrar una solución que satisfaga a propios y extraños.
La situación será cada vez más insostenible. Hace unos días, apenas era solo de perturbación pública. Si persisten en su política de detenciones arbitrarias y desapariciones forzadas de miembros de la oposición, la situación evolucionará de una coyuntura crítica, en la que el Gobierno mantenía el control de la situación, a una situación de choque político e institucional interno que escalará a una crisis política en la que el Gobierno va a perder el control. Ahí las reglas de juego están bajo la seria amenaza de romperse para siempre.
Venezuela ya no es la misma de hace unos días. La manera como los venezolanos han afrontado el proceso de campaña y votación y defensa del derecho al voto (trabajando en la recolección de las actas) está mostrando una nueva ciudadanía. Más fuerte y participativa. El hecho de que haya comenzado a protestar en la puerta de las dependencias militares exigiendo el respeto a su votación habla muy a las claras del cambio cualitativo de la sociedad venezolana. Les han perdido el miedo a los militares.
La peor parte la está llevando, precisamente, la fuerza pública venezolana. No solo porque están siendo sometidos a la presión interna de tener que asumir el trabajo sucio (con los colectivos) de contener la espiral de reclamaciones y protestas de quienes exigen respeto a sus votos, también son receptores de la presión internacional y de los propios venezolanos por que asuma una posición en favor de la democracia. Y esa presión va a aumentar todos los días, como van a aumentar las órdenes de reprimir que los militares deben implementar. Además, los señalamientos ciudadanos. Por eso, de los militares depende todo el entramado y la continuidad. Si deciden mantener el régimen, pueden evitar que se estrelle contra el suelo. Pero van a ser los responsables últimos de los desafueros que se cometan. No debe ser fácil estar en semejante sinsalida.