Por: Gonzalo Gallo.
Ex Sacerdote, Conferencista y Cortesía Portafolio.
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Revisa tu vida, y cae en la cuenta de que estás mal y sufres cuando no tienes aceptación, y haces resistencia. Sabes que ya aceptaste alguna situación espinosa, porque en tu interior hay un resultado grato. El síntoma inequívoco de que hay aceptación es paz interior, satisfacción y alegría. También percibes entusiasmo y buena energía para la acción. Si así es, sabes que ya aceptaste algo.
Con amorosa aceptación desaparece un sufrimiento que siempre es opcional, se esfuma, y se abren las puertas de la abundancia y el regocijo. Si no acepto algo, me hago correspondiente con la situación que me exige cambiar. Cuando lo acepto, esa situación negativa ya no es necesaria, y la vida fluye serena. Si lucho contra algo, me hago más correspondiente a una realidad ardua.
“Todo aquello a lo que le haces resistencia, se manifestará con más fuerza contra ti”. Es una ley. Deja de hacerle resistencia a la vida, y estarás en paz, ese regalo lo da la aceptación. Decreta: “Yo soy feliz en cualquier situación molesta, porque la felicidad está en mi espíritu”. Lo que eres capaz de disfrutar, es porque ya lo tienes aceptado y te regala paz.
También alegría, entusiasmo, mejores relaciones, y sube tu energía para la acción. Si yo disfruto mi casa, es porque ya tengo aceptado que esa es la casa perfecta para mí. Si me quejo de mi casa, no la he aceptado; si lo hago podré ir a otra o quedarme en ella feliz. Si disfruto mi pareja y ella conmigo, es porque he aceptado que es la persona perfecta.
Si me vivo quejando de mi pareja o parientes, entonces tengo sufrimiento porque no la acepto. Si me quejo de mi país, es porque no lo acepto. Con aceptación soy capaz de ser feliz por mí mismo.
Cuando estés sufriendo ante cualquier tipo de situación, debes preguntarte: ¿Qué no estoy aceptando? ¿A quién no acepto? ¿A quién o que estoy apegado? Al hacerte estas preguntas hallarás la causa del sufrimiento, y sabrás qué debes cambiar.
Aquello que no decides aceptar es la única causa del sufrimiento. ¿Por qué no lo aceptas? Puede ser por un muy precario amor propio, que te lleva a poner la felicidad fuera de ti. Entonces, también pones afuera el sentido, o la razón de tu vida en alguien o en algo. Es bien seguro que ese amor que crees le tienes a Dios es solo de palabra, y no lo tienes presente.
Revisa tu vida, cambia, y practica una aceptación amorosa, que no es resignación pasiva.