Por: Mario Hernández
Empresario Cortesía Portafolio
No resulta fácil entender lo que está pasando en Colombia en muchos temas, no necesariamente para bien, pero hay uno en especial que genera una preocupación especial y es el ambiente tan hostil que hay en las relaciones entre el presidente Petro y los más importantes mandatarios regionales, elegidos en octubre y que arrancaron su administración este 1.? de enero.
A decir verdad, no hay antecedentes sobre la situación, que ya no se puede calificar de un caso particular o específico, sino de una decisión calculada desde la más alta dignidad del Estado hacia quienes ejercen el poder local, advirtiendo que buenas intenciones y acciones de algunos ministros y funcionarios de alto nivel contrastan con la de la cabeza del gobierno y sus segundos. Políticas contenidas en el plan de desarrollo 2022-2026, que se supone es la hoja de ruta e integración del Estado entre el centro y la periferia, se han quedado en solo en el papel.
La evidencia parece clara. El comportamiento revanchista, egoísta e irresponsable de Petro, luego de las elecciones de octubre puede ir directo a desembocar en un rompimiento de la unidad nacional, activo de Colombia desde hace más de cien años y aunque haya desequilibrios regionales que se deben corregir, poco países de América Latina tienen polos de desarrollo y centros económicos importantes como los tiene Colombia.
La decisión de retirarle a Barranquilla la sede de los juegos Panamericanos tiene explicación muy clara en la mala voluntad del primer mandatario hacia esa región del país, así no se reconozca y haya enviado una comunicación a los organizadores pidiendo una revisión de la decisión, a sabiendas ahora que es casi irreversible. Hoy se comprueba que Petro no quería que los juegos se hicieran en Barranquilla, pero no tuvo la valentía de expresarlo abiertamente, con lo que el daño y costo lo asume ahora todo el país frente al mundo.
Pero este no es un caso aislado. La decisión de Petro de irse a China a «negociar» el Metro de Bogotá, en una cachetada para la capital, que luego siguió con el tema ambiental manejando ka Anla y produce un daño muy grande a la ciudad al bloquear la ampliación de la autopista norte. Y hay más temas que se irán destapando. Tanto el Gobernador de Antioquia como el Alcalde de Medellín, que sin duda no son de la cuerda política de Petro, lo cual es democrático, han denunciado el hostigamiento, maltrato h discriminación del mandatario contra esa región en las inversiones de infraestructura, manejo minero y de los temas de seguridad.
Así mismo, los nuevos mandatarios del valle del Caucásica y Santander se han referido a la poca colaboración desde el centro en el manejo de los asuntos regionales, en particular la seguridad y el arreglo de las vías.
Hace 40 años, Colombia inició un proceso de descentralización política y económica que avanzó luego con la Constitución de 1991 y aunque ha sido insuficiente y por el contrario el centro ha ganado espacio frente a las regiones, en temas como las modificaciones a los impuestos locales (como el predial) y la autonomía regional, no puede ser que ahora se pretenda imponer desde el Palacio de Nariño la solución de los problemas regionales cuando en realidad la visión local es muy distinta a la visión regional, pero no con criterio técnico sino con espíritu politiquería y revanchista.